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21 Días de ayuno

Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con El.

(Hechos 10:38)

 

“pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” 

(Hechos 1:8)

 

En su acepción más amplia, “testigo” es aquella persona que es capaz de dar fe de un acontecimiento por medio de un testimonio.

 

Dios nos ha concedido el honor de ser sus testigos por medio del testimonio, pero como nuestro testimonio señala la persona gloriosa y todopoderosa de Jesucristo, no puede ser un testimonio carente de poder. SOLO UN TESTIMONIO PODEROSO PUEDE MOSTRAR A UN DIOS PODEROSO.

 

Por ese motivo el Padre nos ha investido con poder de lo alto para ser sus testigos.

 

Cuando Jesús anuncio las buenas nuevas del reino lo hizo en el poder del Espíritu dando muestras de la vida que el Padre da y de su poder, por medio de las señales y prodigios que realizaba entre las multitudes. En sus días, los cojos andaban, los ciegos veían, los sordos recuperaban la audición, los oprimidos eran liberados, los muertos resucitaban, los pobres recibían las buenas noticias del evangelio, el agua se transformaba en vino, se multiplicaban los alimentos, las tormentas eran frenadas con tan solo una orden, etc. Lo increíble de todo esto es pensar que sobre el final del evangelio de Juan él nos prometió lo siguiente:

 

“En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre.” Juan 14:12

 

Así como el Padre le dio poder al Hijo, así Jesús nos prometió que vendría sobre nosotros la persona del Espíritu y nos daría PODER para ser sus testigos. El poder que Dios nos da, no es el poder de los hombres, no es un poder que procede de este mundo, sino que proviene de los cielos. Es un poder que debemos pedir y esperar. Es un poder que proviene de Dios y lo necesitamos para vivir una vida relevante y semejante a la que Jesús tuvo cuando camino por el mundo.

 

Pidamos por el Poder del Espíritu para anunciar la buenas nuevas por medio de las señales que confirman el establecimiento del reino de los cielos en medio nuestro (salvación, sanidades, echar fuera demonios, milagros, etc.). Dios ha preparado una vida sobrenatural y poderosa para ti y para mí.

 

Aplicación Práctica:

 

Continuemos orando en ayuno y oración por cielos abiertos: mayor manifestación de Dios, salvación, sanidades, milagros. Que Él nos llene de su poder para ser testigos.

Que se suelten muchas cosas retenidas: cae toda oposición a las oraciones de la Iglesia.

Día QUINCE
Revistiéndonos de poder
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