

21 Días de ayuno
Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común
(HECHOS 10:10-15 RVR60)
En esta visión, el apóstol Pedro pudo entender un principio del evangelio de Jesucristo que derriba todas las barreras entre los hombres: cada persona vale.
Esto es lo que a Jesús lo movilizaba en amor para ir por todas las aldeas sanando, predicando y bendiciendo. ¡Cada persona está hecha a imagen de Dios y merece ser tratada con dignidad! Estamos tan inmersos en una sociedad que constantemente margina y desvaloriza a las personas, que aparece como revolucionario este concepto del amor de Dios hacia toda la gente. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (SAN JUAN 3:16)
Como cristianos, hemos sido enviados a toda persona y a todo lugar a llevar el mensaje de salvación en Jesucristo. Todos deben tener la oportunidad de escuchar el mensaje. Todos necesitan escuchar acerca del Reino de los Cielos que ha venido. Todos necesitan un encuentro con el Dios de poder. Y Dios quiere utilizarte para que muchos lo conozcan verdaderamente.
Tomemos nuestro lugar como embajadores de Cristo en este mundo. Oremos por otros, anunciemos que en Jesús hay vida en abundancia. Pongamos las manos sobre los enfermos, acerquémonos a los leprosos de nuestra sociedad, en el corazón del Padre está que ninguno se pierda.
Podemos aprovechar estos 21 días para recuperar nuestro lugar de servicio a otros y de bendición hacia todo aquél que Dios cruce en nuestro camino.
“Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.”(HECHOS 10:34, 35)
Cuando tuvo esta revelación, Pedro estaba en ayuno como nosotros ahora: que vivamos experiencias poderosas con su Espíritu Santo que nos transformen la manera de ver la vida y a quienes nos rodean.
Aplicación Práctica
Consagre su vida como un instrumento de bendición en las manos de Dios.
Preste atención a los que le rodean en este día: si ve alguien con alguna necesidad tome valor y acérquese para bendecirlo. Ponga sus manos sobre alguna persona enferma y ore con toda fe.
Ore por alguien que necesite un encuentro con Dios. Le sorprenderá cuántos que le rodean lo necesitan.
Es un gozo servir a los demás y nos cambia la vida. ¡Toda la gloria para Dios!