

21 Días de ayuno
1Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah
5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.(B) Selah
6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.
7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás. Selah
8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.
9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.
(Salmo 32: 1-9)
El salmo 32 es un pasaje que muestra el poder que tiene la oración, sobre nuestras vidas, y sobre quienes nos rodean.
La bendición que reposa en nosotros es desatada cuando hay una búsqueda genuina de Dios. Más allá de cómo sea nuestra vida cotidiana, si hacemos parte al Padre Celestial en todos nuestros asuntos, veremos su mano en cada situación.
Cuando esa búsqueda se debilita, otras cosas van tomando el lugar que le pertenece a Dios. Lo negativo, lo malo, y lo superficial van a ocupar ese espacio, y poco a poco sólo buscaremos su presencia cuando lo necesitemos. Sacar a Dios del centro de nuestras vidas genera una convivencia con el pecado. Sin notarlo, vamos a ir apartándonos de la perfecta voluntad que El planeó para nosotros.
La confesión es la herramienta que el Señor nos da para cortar esa actitud que nos lleva a seguir pecando. Como dice el versículo 3:” Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día. (NBLH)”.
Si profundizamos en esto, veremos que esa carga generada por el pecado es por causa del enemigo que viene a hacernos sufrir. Pero también en ese gemir hay un pedido de auxilio al Padre, que en su gracia y amor extiende su mano para salvarnos.
La posibilidad de hablar con Dios a pesar de estar en falta, es una situación que abre nuestros ojos espirituales, y es en ese momento cuando podemos ver dónde estamos parados, o dónde hemos caído.
Confesar con nuestra boca es la primera herramienta para huir del pecado, y para poder encaminarnos en sus propósitos. La confesión nos libera, trae perdón y restauración. Y esto sólo se genera a través de la oración. Dispongamos nuestro corazón para buscar a Dios en una forma genuina confesando nuestras faltas. Estas son acciones con un potencial liberador único; acciones que Dios puso en nuestras manos para que habitemos en su presencia y cumplamos lo más hermoso, que son los propósitos que El planeó para nuestras vidas.
10 Muchos dolores habrá para el impío;
Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.
11 Alegraos en Jehová y gozaos, justos;
Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.
(Salmos 32:10)
Aplicación Práctica
Confesemos nuestros pecados y desatemos su bendición sobre nuestra vida y los que nos rodean. ¡Su perdón nos hace bienaventurados (felices) y nos hace cantar con júbilo!