

21 Días de ayuno
Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor.
(Prov.8:34-35 NVI)
Cuando los cielos se abren sobre nuestra vida, la comunión y relación de amor que Dios soñó tener con nosotros es posible. Jesucristo entregó su vida para restaurar la comunicación con el Padre y nos abrió un “camino nuevo y vivo” para acercarnos a El. Podemos considerarnos las personas más bienaventuradas, felices y plenas por poder relacionarnos con nuestro Dios. Este texto de Proverbios nos muestra tres elementos que nos ayudan a buscar más de El: escuchar, estar atentos y esperar.
A veces tenemos la tendencia de tener que hablar todo el tiempo, de pedir, agradecer pero siempre hacer. Y no hacer algo resulta difícil y hasta incómodo muchas veces. Pero cuando descubrimos el secreto de simplemente permanecer en quietud delante de Él, nos sumergimos íntegramente en sus brazos de amor y gracia y logramos disfrutar de esa relación viva y fresca que Él diseñó.
Acercarnos a El para escuchar su voz es algo que Jesús valorizó. No sólo es un error pensar que ciertas personas privilegiadas pueden lograr oír la voz de Dios sino que también es renunciar a la fe de creer con expectativas que “sus ovejas oyen su voz”. Este es un buen tiempo para seguir el ejemplo de María, aquella mujer que se sentó a los pies del Maestro tan sólo para escucharlo y ante las críticas y enojos de los que no entendían, Jesús resaltó: “María ha escogido la mejor parte”.
Estar atentos cada día es presentarnos en su presencia con la convicción de que en sus misericordias nuevas de cada mañana, Él tiene una porción especial para entregarnos. Cuando logramos aquietar nuestra mente de las ansiedades y preocupaciones, nos concentramos sólo en el Señor sabiendo que de Él recibiremos lo que estamos necesitando.
Cuando se trata de esperar en el Señor muchas veces viene a nuestra mente una imagen pasiva de esta declaración. Como si tuviéramos que recostarnos sin hacer nada hasta que un gran día algo suceda. Pero cuando la Biblia menciona el esperar implica un enfoque intenso, una disciplina resuelta y la convicción de que ninguna otra cosa nos satisfará, llenará y completará como el Señor. La pasión es la que marca el sendero de la espera paciente en Dios. Tanto el escuchar como el estar atentos y esperar nos marcan un camino de intensidad, de enfoque y pasión por Dios que encienden nuestra relación con El.
Aplicación práctica
Tome tiempo para escuchar la voz de Dios. Para sentarte a sus pies con expectativas de que oirá su voz.
Cada día permanezca atento para recibir lo que el Señor quiere darle.
Espere en su presencia asegurándose que es una espera llena de pasión y de enfoque en El y crea que grandes cosas tiene Dios preparadas para su vida.
Canción: Purifícame Marcos Witt