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21 Días de ayuno

“El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez,  para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”

 

(Hebreos 5:14 RV)

 

Cuando recibimos a Jesús como el Señor de nuestra vida aceptando su obra en la cruz como sacrificio suficiente para nuestra salvación, Dios viene a habitar en nosotros. A partir de ese momento, El mismo está en nosotros. Pero es una realidad el hecho de que existen medidas de su presencia en las que podemos crecer. El ya nos dio el Espíritu Santo sin restricción, pero somos nosotros los que podemos  experimentar  o no, mayores niveles de Su presencia.

 

Al  ver la historia de Moisés en la Biblia nos encontramos con un hombre que tuvo un deseo ardiente por conocer más de Dios y eso le dio acceso a una revelación  espiritual que el resto del pueblo no pudo tener. Dios pudo confiarle a Moisés un nivel superior de revelación porque su corazón había sido probado y esos encuentros divinos habían modelado su carácter y le habían permitido alcanzar la madurez necesaria para recibir esa gloria.

 

Estos 21 días de ayuno y oración son un buen tiempo para exponer nuestro corazón ante Dios y permitir que El modele nuestro carácter y nos transforme cada vez más a su imagen para que pueda concedernos un mayor nivel de su presencia manifiesta en nuestra vida.

 

Una cosa es acostumbrarnos a la idea de que Dios quiere vivir en nosotros. Otra  muy diferente es entender que desea llenarnos con Su plenitud. No deberíamos conformarnos con menos que eso. Aquellas personas que parecen tener la más grande medida de la presencia divina tienden a ser los más hambrientos de ella. ¡Siempre hay más por lo cual estar hambriento!

 

A  medida que vamos experimentando más de Dios nuestros sentidos  se van ejercitando en la percepción espiritual, que nos permite conocer más a Dios, más de su voluntad y propósito para nuestras vidas. Como dice 1 Corintios 2:14, “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”

 

¡Que los cielos se abran sobre nuestras vidas y congregación para que Dios derrame más de Su presencia y nos llene con medidas aumentadas de su gloria! Que suceda con nosotros como la visión que tuvo el profeta Ezequiel cuando el agua subía por sus tobillos, sus rodillas y luego hasta los lomos convirtiéndose ya en un río porque las aguas habían crecido de manera que debía cruzarse a nado. Esto es una muestra de que existen medidas en las que podemos  anhelar crecer.

 

Aplicación Práctica:

 

Tome un tiempo especial en este día para exponer su corazón a Dios y ser moldeado por El.

Clame en oración por recibir una mayor medida de Su presencia. Demuestre al Señor su hambre por más de El.

Participe del culto del dominical hoy a las 10:30am en nuestra iglesia. ¡Dios quiere llenarle con Su Espíritu Santo!

Día SIETE
Una mayor medida
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