

21 Días de ayuno
Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo.
(Juan 17:18)
El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo.
(1 Juan 3:8)
Dios Padre envió a Jesús al mundo con un propósito: “destruir las obras del diablo”.
Él se tomó el tiempo para que quedara un registro de la vida de Jesús y que pudiésemos tener un modelo de cómo teníamos que vivir. Es por eso que los cuatro evangelios relatan cómo Jesús anduvo sobre la tierra.
Jesús es nuestro modelo, y la vida de los apóstoles y discípulos de Cristo en Hechos nos relatan lo que puede ocurrir en nosotros y a través nuestro si nos atrevemos a vivir como Jesús vivió.
Cuando Él caminó sobre la tierra anunció las buenas nuevas del reino, sanó a los enfermos, echó fuera demonios, fluyó en los dones del Espíritu Santo, realizó milagros, etc. Él se movió entre las personas realizando demostraciones del Poder de Dios y liberando el poder que había recibido por la unción del Espíritu sobre su vida (Isaías 61:1-3), con el objetivo de destruir las obras del diablo y demostrar la superioridad de Dios.
Cuando Él asciende a los cielos se produce algo increíble, ya que como el Padre lo había enviado, así el NOS ENVIÓ A NOSOTROS (La Gran Comisión).
Él nos mostró cómo andar, para que andemos como Él anduvo. Usted y yo hemos recibido el Espíritu de Dios, y la vida y el poder del Reino para liberar sobre quienes nos rodean las realidades de los cielos. El mismo Espíritu que estaba sobre Cristo y en Cristo, está sobre nosotros hoy y aguarda que demos pasos de fe para liberar el potencial de los cielos a través nuestro, para destruir las obras del diablo y establecer la cultura de los cielos en la tierra.
Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien.
(Marcos 16:17-18)
Aplicación Práctica:
Observe a tu alrededor y pida a Dios que le muestre alguien que está necesitando que Dios obre con poder en su vida.
Anímese a ofrecer una oración por su situación y ore en ese momento con toda fe y guiado por el Espíritu Santo.
Comparta su testimonio de conversión y salvación en Cristo. Clame por las señales poderosas de sanidades y milagros acompañando la palabra que predicamos.